A SU SEXTA MUDA, reza el mantis por la víctima próxima, tensa cinco ojos infalibles, alerta el oído torácico, la kata a punto, contenida la salivación. Pero feromonas en el aire frotan sus antenas, da un giro de 180 grados y vigoroso renuncia a la soledad: salta decidido sobre ese dorso. Victorioso descarga. Sin tiempo para jactarse, pierde la cabeza.
Espermatóforo encendido
Responder